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EL MUNDO CAMBIA, LOS VALORES PERMANECEN

Las visiones del trabajo de la organización mundial se despliegan según las personas y a lo largo de los años, reflejando los miedos y los sueños de sus épocas.

 

Raúl Flores, el primer mensajero del CINU en los años 1940, certifica: “Todo el mundo creía en la ONU. Yo decía que Naciones Unidas iban a cambiar el mundo. Mi ilusión era de cambiar el mundo. No fue posible, porque al mismo tiempo que seguía avanzando, empezó a tener muchos reveces, por falta de apoyo y de comprensión entre los pueblos – cada uno quería hacer más que el otro”.

 

A menudo, la Organización ha sido criticada por sus límites y su burocracia legendaria. María Eugenia Ramírez, quien lleva más de 20 años trabajando en la administración del CINU, precisa: “Para mí no es burocracia, son reglamentos claros que tienen que existir para que funcione en medio de tanta diversidad. La ONU es aún la única organización en el mundo que si trabaja para la humanidad y un mundo mejor”.

 

Thelma O’con Solorzano confirma esta perspectiva: “Crear esperanzas. El CINU México lo hizo, creó la esperanza. Para comenzar la creó conmigo… me encendió la llamita”, cuenta. “La ONU sigue siendo el centro mundial donde podemos a nivel de humanos, comunicar nuestras ideas, nuestras ambiciones”.

 

Otros conservan una perspectiva más política. Jamal Shemirani, el Director iraní, afirma que “una de las actividades más importantes de la ONU fue acelerar el proceso de descolonización”. En este sentido la función del CINU es despertar la opinión pública mundial en relación con sus derechos humanos. Y “en segundo lugar en cuanto a los derechos de los pueblos, también a proteger el medio ambiente”.

 

Antonia Reséndiz recuerda que la razón de la creación de la ONU era primero evitar una tercera guerra mundial. Ella se acuerda sobre todo del levantamiento zapatista en 1994. “Nos despertamos una mañana, las cosas habían cambiado. Los indígenas se habían levantado. Se volvió una bola de nieve, con un apoyo internacional. Cada día revisábamos las noticias. No decíamos: ‘¿Qué dijo el Secretario General’, sino: ‘Qué dijo Marcos?’”

 

“Marcos fue un símbolo del cambio, que hay cosas que pueden surgir y cambiar. Que todos tenemos que hacer un cambio. ¿Cómo lo puedo hacer, con la ONU?”

 

"En tiempos de crecientes crisis políticas, económicas, humanitarias y ambientales, es necesario que las iniciativas de emancipación locales puedan aprovechar las herramientas capaces de enfrentar los retos globales, como el derecho internacional producido por la ONU", dice Benjamin Fernandez.

 

“La ONU no se caracteriza como ‘Yo hago”’, asegura Antonio Ocampo. “Hace las cosas sin que se dé mucha difusión a lo que está haciendo. Tiene sus limitaciones pero de manera general hace cosas importantes. Como encargado de prensa, veo como trabaja. Yo pienso que le hace bien, y lo hace sin que se dan cuenta”.

 

El italiano Giancarlo Summa, quien dirige el CINU desde 2016, tiene una visión más pragmática, inspirada en su larga experiencia como periodista internacional, antes de ingresar a la ONU. “La mejor definición sobre la función de nuestra Organización, en mi opinión, la dio el ex Secretario General Dag Hammarskjold: ‘La ONU no fue creada para llevar a la humanidad al paraíso, sino para salvarla del infierno’. Hammarskjold murió en un accidente de avión en 1961 durante una tentativa de mediación durante la guerra civil en lo que hoy es Zambia. Hay indicios de que su avión fue abatido. La ONU trabaja para la paz, pero muchos, inclusive gobiernos, prefieren usar el poder bruto del dinero o de las armas”.

 

Por eso, dice Giancarlo, la información y el trabajo con los jóvenes son fundamentales. Generación tras generación, hay que seguir construyendo el apoyo a los valores de la ONU y del multilateralismo. “Uno de los problemas más graves de las últimas décadas es la idea que la solución para los problemas es individual, es cada uno por sí”, explica. “Pero los retos de nuestra época – las migraciones, el cambio climático, el aumento de la desigualdad, el fundamentalismo, el terrorismo, la urbanización acelerada - son cada vez más colectivos. No hay soluciones individuales posibles, sólo soluciones colectivas”.

 

Antes de trasladarse a México, Giancarlo dirigió el CINU de Brasil, localizado en Rio de Janeiro, el segundo más antiguo de la región (fue inaugurado en principios de 1948). Con casi treinta años de experiencia laboral en América Latina, como periodista y funcionario internacional, él ve razones para optimismo. “Toda América Latina progresó muchísimo en las últimas décadas. Aún hay muchos retos para enfrentar, en primer lugar la pobreza persistente, la desigualdad, la violencia. Pero la sociedad civil y los gobiernos, de forma general, están en el rumbo correcto”, dice. “Como vimos tras el terrible terremoto del 19 Setiembre, la sociedad mexicana está cada vez más movilizada, organizada, exigiendo sus derechos, cambios. Hay cada vez más información, y eso es algo producido también por la Internet, las redes sociales. México está cambiando, y nosotros podemos contribuir a este proceso, defendiendo y comunicando los valores universales de la ONU”.

 

Desde finales del 2016, el CINU México viene, una vez más, reorientando su trabajo, concentrando los esfuerzos en el fortalecimiento de sus redes sociales y en la producción de materiales informativos multimedia. “Las nuevas tecnologías nos dan, por la primera vez, la posibilidad de dialogar en tiempo real con millones de personas, lo que es crucial en un país tan grande”, explica Giancarlo.   

 

“Colectivamente tenemos por primera vez en la historia los recursos tecnológicos y los conocimientos científicos que nos permitirían resolver la mayor parte de los problemas. Este es el espíritu de la Agenda 2030 que los países miembros de la ONU aprobaron en Septiembre de 2015”, confía. “A lo largo de los años, el mundo y la ONU cambiaron y siguen cambiando. Pero lo que no cambian son nuestros valores”.

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