CUANDO MÉXICO TEMBLÓ
Cuando la tierra tembló en el Distrito Federal el 19 septiembre de 1985, cambiando el rostro de la ciudad para siempre, el Director del CINU era el iraní Jamal Shemirani (1982-1988). “Salimos en el coche oficial de las Naciones Unidas a visitar los escombros, nos impresionó profundamente. Era la primera vez que yo me encontraba en ese tipo de situación”, recuerda.
Antes de entrar en la ONU como Director del CINU México, Shemirani fue por años diplomático de su país, Iran. En el inicio de los años 80, fue Representante Permanente (Embajador) de Irán delante de la ONU, en Nueva York.
“Se nos cayeron las comunicaciones y solo logré llamar Nueva York desde la Embajada de Estados Unidos. Así que informé al Secretario General Pérez de Cuellar sobre la situación, él empezó a movilizar el apoyo internacional”, cuenta. “En manera de lo posible también nosotros contribuimos ayudar a la gente. Con el vehículo del Centro de Información íbamos a distribuir ayuda a las víctimas del terremoto”.
“El temblor de 1985 es el desastre más grande que sufrió México”, afirma Antonio Ocampo. “Nos dedicamos a recabar información. Cada día hacíamos informes para enviar a las agencias. Mandábamos resúmenes de prensa vía fax”.
El 19 de septiembre de 2017, exactamente treinta y dos años después, la tierra tembló otra vez en México, causando muerte y destrucción.
Apenas tres semanas después de empezar a trabajar en el CINU, el franco-español Benjamin Fernandez estaba en la oficina del CINU en el momento del temblor. "El edificio de cuatro pisos oscilaba como papel maché", cuenta. Ex corresponsal internacional para periódicos y radios, Benjamin comenzó su trabajo en el CINU informando historias de solidaridad, de días y noches dedicadas a tratar de rescatar vidas bajo los escombros.
“La energía telúrica que liberó la tierra nos puso a todos en un especie de trance colectivo, hecho de terror, rabia y solidaridad, que se convirtió en una increíble demostración de fuerza ciudadana”, dice.
Los días siguientes han sido de arduo trabajo para todo el equipo, enfrentando el trauma a su manera y superándolo con sus recursos personales y profesionales.
“Fue un reto continuar el trabajo, tomando fotos y grabando testimonios en las calles, mientras estábamos ayudando donde se cayeron los edificios, repartiendo comida y material. Al final, todos los que estábamos ahí llorábamos”, cuenta Mariana Castro, la Oficial de Información del CINU.
“En los primeros momentos, el instinto de periodista me desinhibió de cualquier peso emocional sobre la tragedia”, dice por su parte Luis Arroyo, periodista que trabaja en la oficina del CINU cubriendo las actividades de las agencias de la ONU en México. “Tomé mi cámara y me puse a filmar y recoger testimonios para poder entregar un material audiovisual de lo que había pasado. Pero al ver las imágenes tan fuertes que tenía, caí en cuenta de la magnitud de esta crisis”.
El equipo de voluntarios del CINU se involucró sin reservas, cada uno en su barrio, recolectando las palabras de la gente luchando en el caos, recopilando fotos y videos, con el fin de compartirlos en las redes sociales del CINU usando el hashtag #MéxicoUNido19S.
“Acudí al centro de acopio de Azcapotzalco para hacer entrevistas y decidí llevar cobijas”, relata Abby Gutiérrez, “pues en lo primero que pensé fue que todo lo habían dejado dentro de sus hogares y al llegar la noche no tendrían con que cubrirse. Una señora que fui a entrevistar me dijo que agradecía que me tomara un poco de mi tiempo para brindar ayuda a personas que ni siquiera conocía y que esta clase de ayuda era la más valiosa”.
“Toda esa semana se sintió como de película”, dice Sara Torres. “Todo estaba en silencio, las calles, las casas, las plazas, menos los centros de acopio. El domingo fui al Parque España donde había muchísima gente recolectando, donando, entreteniendo, todos ayudaban a su manera. Era tanta la emoción que se sentía entre todos que fue como un abrazo de esperanza para todo México”.
“Nos dedicamos a poner nuestra plataforma al servicio de los mexicanos para difundir información oportuna sobre las labores de apoyo y rescate en las zonas afectadas”, dice Salvador Gutiérrez. “Así nos convertirnos en un altavoz para las acciones y necesidades de la sociedad civil”.
“De igual forma decidimos que era importante crear una memoria histórica de las muestras de solidaridad frente al desastre”, añade.